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¿Qué es la terapia Gestalt?

  • Foto del escritor: Patricia Montalbán
    Patricia Montalbán
  • 14 may
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 31 may


"Chackras" Meditation Print

Hoy en día, hablar de desarrollo personal es algo cada vez más habitual y, por suerte, ir a terapia ha dejado de ser un tabú. Sin embargo, ante la cantidad de propuestas disponibles, no siempre contamos con la información suficiente para discernir qué enfoque puede acompañarnos mejor en un momento dado. Porque no todo malestar requiere de una mirada clínica ni de soluciones inmediatas. Muchas veces, lo que nos impulsa a buscar ayuda es una falta de sentido, un vacío, un deseo de comprendernos mejor o de vivir con mayor autenticidad.


En estos casos, enfoques como el de la terapia Gestalt pueden resultar especialmente valiosos, porque no buscan resolver de forma rápida, sino acompañar la experiencia desde la presencia, la conciencia y el respeto por los propios ritmos. La Gestalt propone algo diferente: una forma de estar con lo que hay, sin necesidad de entenderlo todo de inmediato ni de cambiar nada a la fuerza. Este enfoque parte de una pregunta sencilla pero profunda: "¿Qué está ocurriendo en ti ahora mismo?". Desde ahí, comienza un camino de descubrimiento.


Un poco de contexto

La terapia Gestalt es una corriente de la psicología humanista nacida a mediados del siglo XX, de la mano de Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman. Surgió como una reacción a las terapias que privilegiaban el análisis mental y propuso una visión más completa del ser humano: como una unidad de cuerpo, mente y emoción, en relación constante con su entorno. No se enfoca en "arreglar" a la persona, sino en acompañarla a tomar conciencia de cómo vive y qué necesita para sentirse más plena.


En sus orígenes, la Gestalt estuvo influida por diversas corrientes filosóficas, fenomenológicas y existenciales, así como por el psicoanálisis, la teoría de campo y el enfoque holístico de la percepción. A diferencia de las terapias centradas en el diagnóstico o el análisis racional, la Gestalt apostó desde el principio por la experiencia directa, la autenticidad del vínculo terapéutico y la confianza en los propios recursos del organismo para autorregularse cuando se le da el espacio adecuado.


¿Pero qué significa Gestalt?

La palabra Gestalt proviene del alemán y puede traducirse como forma, figura o configuración. En el ámbito de la psicología, hace referencia a la manera en que percibimos la realidad como un todo organizado, más que como una suma de partes aisladas. En terapia, esto se traduce en una mirada global e integradora de la experiencia humana, donde lo importante no es solo lo que nos ocurre, sino cómo lo vivimos, cómo lo organizamos internamente y qué sentido tiene para nosotros.


Tres pilares: presente, conciencia y responsabilidad

La terapia Gestalt se sostiene sobre tres pilares fundamentales:


  • El presente: Todo lo que podemos percibir sucede en el momento presente. Aunque pensemos en el pasado o en el futuro, esa actividad mental también ocurre en el presente. Pensar en el pasado puede ser una forma de revisitar lo que quedó sin resolver; pensar en el futuro, una estrategia para anticipar lo desconocido. Pero, en ambos casos, seguimos estando aquí y ahora. Desde esta presencia, podemos resignificar el pasado y sembrar posibilidades para el futuro, sin perdernos en ellos.


  • La conciencia: El trabajo terapéutico busca ampliar el campo de lo consciente. Esto implica prestar atención a lo que sentimos, a lo que evitamos, a lo que hacemos automáticamente sin darnos cuenta. En la terapia Gestalt, este proceso de darnos cuenta —lo que se conoce como insight— no es un ejercicio meramente intelectual, sino una experiencia viva que involucra al cuerpo, la emoción y la percepción. Es un momento de claridad interna en el que algo se revela con sentido, abriendo la posibilidad de actuar de forma más libre y auténtica.


  • La responsabilidad: El enfoque de la Gestalt no va de buscar culpables ni de asumir la carga de todo, sino de recuperar nuestro poder de acción. Asumir responsabilidad significa reconocer que tenemos un papel activo en nuestra experiencia: en cómo respondemos a lo que sentimos, en cómo elegimos relacionarnos, en cómo gestionamos nuestras necesidades. No se trata de forzarnos a actuar de determinada manera, sino de darnos cuenta de que siempre estamos eligiendo, incluso cuando evitamos algo. Esa toma de responsabilidad nos permite actuar desde una mayor claridad interna, cultivando elecciones más alineadas con lo que somos y necesitamos en cada momento.


Estos tres pilares se manifiestan en lo que se llama el ciclo de la experiencia o de satisfacción de las necesidades: un proceso natural por el cual un estímulo interno (una emoción, una intuición difusa, una tensión interna, una imagen, un pensamiento repetitivo, etc.) se hace consciente, se orienta hacia el entorno y busca una forma de resolución. Cuando ese ciclo se interrumpe (por ejemplo, porque evitamos sentir, nos desconectamos o no nos permitimos actuar), se generan bloqueos y hablamos de una Gestalt inconclusa. La terapia Gestalt facilita que esos ciclos encuentren una vía de expresión y resolución, permitiendo que la energía vital vuelva a fluir de forma más orgánica y coherente.


Una mirada integradora: cuerpo, emoción y mente

La terapia Gestalt considera que el ser humano no puede comprenderse ni transformarse si se separan sus dimensiones esenciales. Por eso, no trabaja únicamente con la palabra o el pensamiento, sino que da un lugar central al cuerpo, a las emociones y a la vivencia presente. Las tensiones físicas, la postura, el tono de voz, la respiración... son formas en que se expresa lo que está vivo en nosotros. Las emociones no se reducen a etiquetas ni se analizan desde fuera: se acogen con apertura y se atraviesan como parte de la experiencia presente. La mente no dirige ni impone: se pone al servicio de la experiencia, ayudando a dar sentido sin obstaculizar lo que emerge.


Esta visión integradora permite que el cambio no se quede solo en el nivel cognitivo, sino que pueda encarnarse y sentirse como una experiencia transformadora. Así pues, la Gestalt compromete a todo nuestro ser y nos invita a habitar, con autenticidad, lo que emerge aquí y ahora.


Más que una terapia: una forma de estar en el mundo

Precisamente porque la Gestalt confía en la capacidad del organismo para autorregularse, no se limita a ser una metodología de psicoterapia para momentos de crisis. Es también una filosofía de vida; una invitación a vivir con más presencia, más autenticidad y más capacidad de respuesta. No propone convertirnos en otras personas, sino quitarnos capas de condicionamiento para que aflore lo que somos, en nuestra versión más genuina y consciente.


Desde esta mirada, el dolor o las emociones incómodas no son un error que haya que corregir, sino una señal de que algo en nosotros pide ser atendido. Y atender no es simplemente pensar o comprender, sino que implica abrirnos desde el cuerpo, la emoción y las relaciones. Es sostenernos en lo que sentimos sin querer resolverlo de inmediato, acompañando con ternura lo que necesita tiempo, espacio y escucha para revelarse.


Así pues, la terapia Gestalt no pretende ofrecer soluciones rápidas ni respuestas universales. Su propuesta es otra: sostener la pregunta abierta, cultivar una presencia que nos permita escucharnos con honestidad y descubrir, poco a poco, qué es lo que verdaderamente necesitamos. Acompañarnos en ese proceso, con respeto y sin juicio, puede ser en sí mismo una forma de sanación. Porque a veces, más que respuestas, lo que necesitamos es un espacio donde poder ser.


Texto publicado por Patricia Montalbán bajo licencia de CC BY-NC-ND 4.0

Imagen: "Chackras" Meditation Print - Autoría de Beth Suter

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Image by The New York Public Library

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